Monday, January 1, 2007

violencia


Se levantó sin mucho qué decir. Vociferó lo de cada mañana y escupió un poco de sangre.

El cuerpo le pesaba demasiado y sus nudillos estaban amoratados. La piel de las articulaciones estaba sumamente delgada y sentía las nalgas adormiladas. Sentarse era como visitar el infierno en vida e intentar apagar las llamas con suspiros.

Dio dos o tres pasos antes de detenerse a tomar aire y prosiguió.

Tomó aire... continuó.

Se paró frente al espejo y recordó su realidad: un rostro pálido, cabello enmarañado, ojos hundidos y músculos inexistentes. Tez verdosa, labios partidos y el corazón de fuera. Un completo monstruo hominoide.

Puedes contarle las costillas, verle cada hueso y dibujarla con la mirada. Su contorno es anguloso, afilado, te hace sangrar los ojos. Puedes incluso hablarle, decirle una o dos palabras acerca del color del cielo o algo que tu pienses cambiará su foco atencional, pero ella ya no escucha. Alguien le robó la esencia y la transgresión autoinfringida ya llegó mucho muy lejos.

Hace 8 años que está así.