Wednesday, January 30, 2008

Siempre de quimeras (luces del norte)


Como aurora boreal arrastrando sus cortinas, acariciando con sus dedos oliva, púrpura y carmín, copulando en un ritmo perfecto y natural con el perfil irregular y femenino de la tierra, así mis ojos se deslizan en tu cuerpo.

Tus ángulos punzantes abren mi pecho y quiebran mis costillas. Llegan al órgano plúmbeo que debería ser esplendorosamente escarlata pero sufre de asfixia dentro de la pleura a la que pertenece; y aunque regularmente no palpita con normalidad, se distrae con tu sonrisa y se deja apoderar por una taquiarritimia que no pretendo comprender... Conozco los motivos.

Très petit... Très grand.


Me acomodo el fleco y camino bien erguida. Me ensalivo los labios y no lo notas. Me encuentro en el limen de la humedad y excitación.

Tú, quimera de blancas piernas y lóbulos certeros, déjame soñar con tus besos, con el órgano eréctil que -en mi onírica realidad- introduces en mi boca y con él, comienzas a lamer mis dientes y mojas mis mejillas.

Déjame enredar mi cabello en tu cadera y los vellos de mi pubis en tu lengua. Déjame lo hago en mi cabeza porque no me atrevo a tomar tu mano y llevarte por los intrincados ríos y lianas mentales, senderos que día a día sacudes y que, así los quiero, pues he aprendido a vivir con ellos.

Déjame te observo desde lejos y te evito a toda costa, porque así te construyo y te deseo, porque el día que te conozca romperás mi corazón.